Al Agua De Mar
Nos bastaría una elemental observación de carácter ecológico para entender lo absurdo de nuestra economía del agua: sólo el 1% del agua que circula por nuestras cloacas, es agua que previamente ha sido bebida, agua necesariamente potable por tanto.
Dicho en términos ecológicos: a la naturaleza que tanto decimos defender e imitar, jamás de los jamases se le ocurriría diseñar una administración del agua tan aberrante como la nuestra: consumir para todo “agua bebible” cuando sólo “bebemos” el 1% de esa agua, despreciando la inmensidad de agua “no bebible” de que disponemos en el mar y sangrándole a la tierra el agua de los ríos y su agua freática, a costa de desecar más y más su corteza.
Podemos dar igualmente por seguro que jamás se le ocurriría a la naturaleza dejar morir de sed a un náufrago. En efecto, algunos náufragos se salvan: y lo hacen gracias a la neza de su instinto de supervivencia.
foto_1 foto_2 foto_3